viernes, 25 de febrero de 2011

Adolescencia, drogas y sociedad

         

          A la hora de pensar la adolescencia debemos tener en cuenta ciertos hitos ineludibles, como ser el duelo por la pérdida del lugar de privilegio en el seno familiar, donde el niño recibe toda la atención y el amor de los padres, la revolución hormonal en un organismo en pleno desarrollo, con el consecuente cambio del cuerpo infantil por un cuerpo que está en vías de convertirse en el de un adulto, y las exigencias que la sociedad le impone más allá de las posibilidades particulares de cada individuo.
            Teniendo en cuenta este último punto es importante resaltar que el adolescente no solo se enfrenta a las fragilidades propias de la edad, sino también a las carencias que actualmente debe soportar a la hora de tener que ocuparse de responsabilidades y compromisos para los cuales no está preparado, debido al endeble lugar que ocuparon los padres, y sobretodo el padre, como transmisor de valores e instaurador de la ley con el fin de que el niño adquiera cierta autonomía respecto de los mismos. 
            El ritmo vertiginoso que la sociedad actual propone, regida por las leyes del mercado y el afán del consumo, en desmedro de los ideales tradicionales del trabajo, la familia y el amor, sitúan a los adolescentes en un lugar de desvalimiento. El valor de la palabra, el esfuerzo puesto en el trabajo con miras a un futuro mejor, la cultura del ahorro y el amor para toda la vida junto con la crianza de los hijos hoy en día son sustituidos por el apabullamiento de la imagen en todas sus formas.
            La revolución tecnológica además de favorecer la capacidad de trabajo está al servicio de la compulsión al consumo, donde los tiempos de espera para obtener los resultados deseados se achican considerablemente, haciendo de la sociedad un culto a la ansiedad. La idea de esforzarse para ser alguien en la vida queda pisoteada por el deseo de obtener el último celular o la última cámara digital. El tener vino a sustituir al ser, vendiéndole una imagen esbelta en su apariencia pero miserable y aterradora en su contenido.
            La puesta en marcha de un deseo siempre insatisfecho que engaña con bienes de última generación encubre la angustia de la falta de vínculo con los otros. Ante esta realidad los adolescentes buscan pertenecer a algo (una tribu urbana, facebook) con el fin de construir una identidad para lo cual la sociedad no ofrece alternativas alentadoras. Debido a este estado de situación, el futuro se torna no solo incierto sino amenazador, con el consecuente decaimiento emocional y afectivo que esto genera.
            El consumo de drogas viene a operar como una vía de escape a la angustia por la falta de salidas. Las publicidades de cerveza, cada vez más reiteradas y con contenidos que llevan a pensar que aquel que la consume recibirá un don divino posibilitándolo de tener todo el éxito que desee, hacen mecha en la incertidumbre adolescente, provocando que elijan la bebida alcohólica para compartir con su grupo de pares y envalentonarse ante la desidia de posibilidades de futuro que la sociedad dispone.       
            Cada vez son más los adolescentes que consumen diversos tipos de sustancias tóxicas, empezando por el alcohol para continuar con la marihuana, la cocaína y el paco, cuando no los mismos psicofármacos. Las consecuencias nefastas que esto está produciendo a nivel social presenta límites insospechados, donde la misma sociedad genera su propia catástrofe retroalimentando el círculo vicioso con más publicidades sugestivas en pos del consumo y la salida fácil, sin medir consecuencias que ya dejaron de ser amenazadoras para convertirse en realidad.
            El interés por la educación y la formación cultural dejó de ser una pieza central en la vida adolescente para ubicarse como aquello que aburre y entorpece la diversión. El culto por el placer inmediato, desprovisto de cualquier tipo de razonamiento que prevea consecuencias negativas, pasó a formar parte del día a día dejando de lado todo tipo de perspectiva identitaria con un modelo a seguir.          
            En una sociedad donde las tazas de desempleo aumentan considerablemente así como el trabajo en negro, y ninguna profesión es garantía de triunfo laboral, se alienta la victoria personal y la ganancia económica para tener mayor capacidad de consumo poniendo a los adolescentes en una batalla sin cuartel con ellos mismos, en donde lo que está en juego es su veleidad narcisista ante la mirada de los otros, dejando de lado todo tipo de construcción de ideales con respecto a ellos mismos y su forma singular de interpretar el mundo e intervenir sobre él para transformarlo y hacerlo un poco más habitable.   
            Es menester de nosotros, los adultos, brindarles un abanico de posibilidades que actúen de sostén en el desarrollo emocional y laboral de los adolescentes. Sus conductas autodestructivas evidencian el sufrimiento que les ocasiona la falta de respuestas ante sus preguntas para con el hoy y el mañana. 

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