lunes, 7 de mayo de 2012

La Memoria social como base de la memoria individual




            El pasado sábado 24 de marzo tuve la oportunidad de asistir a la marcha en conmemoración de los 36 años del golpe militar de 1976 realizada en Plaza de Mayo. Me reuní con mis compañeros y colegas con los cuales comparto semana a semana un espacio de estudio y trabajo social en el campo del psicoanálisis para juntos sumarnos al conjunto de miles y miles de manifestantes, con el objeto de expresar el firme compromiso con la democracia y el repudio a la dictadura militar, sostenida con el apoyo y el financiamiento de grupos económicos en un plan destructivo y terrorista en los planos económico, político, social y cultural  
            Más temprano, tuve la amargura de compartir el motivo de la marcha con personas muy cercanas y encontrarme con la triste opinión centrada en el olvido,  querer mirar hacia el futuro como si el pasado fuera algo viejo sin importancia, y cualquier referencia al mismo fuera motivo de desvío, tanto de la atención y como de la energía, cuando por delante tenemos tantos temas que resolver, esa era la justificación para semejante pensamiento.
            Nadie duda que nosotros, como sociedad y como individuos colectivos, tengamos numerosos problemas por solucionar. Desde cuestiones relativas al medio ambiente, a la distribución de la riqueza, a la igualdad de oportunidades, al derecho que todo ser tiene a una salud y una educación pública libre y gratuita, a un trabajo digno, a poder acceder a espectáculos culturales tan necesarios para enriquecer el espíritu, y podría seguir pero nada de esto invalida la memoria.
            Sin memoria, tanto a nivel individual como social, no se puede construir un futuro sin repetir aquello que tanto daño nos hizo. Somos una sociedad que ha sufrido mucho las dictaduras militares y la última ha sido la más sangrienta e inhumana de todas. Nos ha abolido la capacidad de actuar creativa y espontáneamente en las generaciones posteriores, nacidas en tiempos de la represión. Preferimos cuidarnos y someternos a un amo que nos diga lo que tenemos que hacer antes de tomar el toro por las astas y conducir el timón de nuestro barco. Necesitamos reconstruir nuestra verdad como sociedad, y la justicia es indispensable para tratar de reparar en la medida de lo posible los daños imperdonables, plagados de torturas, muertes, robos de bebés, desaparición de cuerpos, prohibición de cultura, abolición de la subjetividad a través del miedo sistemático y la obediencia a la autoridad devenida en autoritarismo.
            El juicio a la junta militar y a todos aquellos que de una u otra manera estuvieron involucrados en el asesinato, tortura, desaparición de cuerpos y robo de la identidad de personas sea de la agrupación política que sea y piense como piense, es indispensable para la reparación simbólica de una sociedad lastimada pero de pie con políticas cada vez más propicias para la inclusión social de sectores más marginales.
            Somos seres sociales y necesitamos construir y reconstruir nuestra vida social a partir de nuestra historia como sociedad. Aunque el capitalismo se obstine por poner al individuo en la cima del pedestal, es menester de nosotros, los profesionales de las ciencias humanas, pedirle a la gente una reflexión y una búsqueda de cambio. Nadie puede estar bien si su bienestar se basa en comprar el último celular o el ipad que la publicidad te vende hasta en la sopa. No se puede renegar del origen, somos latinoamericanos y sufrimos dictaduras militares apoyadas por gobiernos estadounidenses. No se puede olvidar ni perdonar y menos justificar.    

                



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