La
infancia funda los cimientos del individuo, de cómo transite sus primeros años
dependerá en buena parte el carácter y la salud mental con la que cuente para
el resto de su vida. Es indispensable para su posterior bienestar que pueda crecer
en un ambiente capaz de sostenerlo y apuntalarlo en su incesante desarrollo, ya
que en esa temprana edad el niño se muestra siempre ávido por conocer el mundo
que lo rodea, además de su necesidad de protección debido a su dependencia
prolongada.
Los padres
son los encargados de forjar las primeras identificaciones en el infantil
individuo, puesto que tanto la madre como el padre son las causas de su
existencia, y todo lo que de ellos provenga forjará la identidad del niño.
También lo no dicho entre sus progenitores es expresado por este a través del
síntoma, es decir por el sufrimiento actuado en alguna dificultad como puede ser
el hecho de tener problemas de aprendizaje, de conducta, no prestar atención en
clase, orinarse encima en la cama por las noches, etc.
Dada
la sobreestimulación a la que están expuestos en los últimos tiempos, tanto en
materia de tecnología (play station, juegos por computadora, juegos por
Internet o conectados en red con otros niños) como de violencia visual, dado
que ante la caída de los valores sociales por excelencia (la familia como célula social, el
matrimonio como legalidad irrevocable del amor para toda la vida, la palabra como símbolo de honestidad intachable
y el trabajo como medio primordial
para el desarrollo económico y humano de toda persona), la imagen a ocupado el
lugar hegemónico, mostrando un supuesto ideal de hombre: blanco, católico,
occidental, exitoso y si es posible musculoso y bien parecido, y un ideal de
mujer: flaca, con facciones occidentales armoniosas, cuidadora del hogar,
trabajadora y simpática. De esta manera los niños se encuentran a merced de un
torbellino de imágenes sin palabras o con signos de violencia y degradación sin
valores simbólicos que los ayude a ordenar y delimitar sus límites.
Los
psicólogos infantiles somos profesionales que debemos tener en cuenta este
contexto social para poder abordar las problemáticas actualmente en auge, donde
se insiste en medicar a chicos que supuestamente por estar demasiado inquietos
no prestan atención en clase, tal vez sea más eficaz escuchar a ese niño o
compartir un espacio de juego con él, incluso sumando a otros niños/as, para
poder leer qué de lo que despliega en el juego tiene que ver con las dificultades
que atraviesa ese chico y cómo poder leerlas para ayudarlo y trasmitírselo a
los padres, ya que ellos son los referentes principales del niño y de ellos
toma sus primeras características para construirse como sujeto.
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